Casa de cielo y aliento by Sarah J. Maas

Casa de cielo y aliento by Sarah J. Maas

autor:Sarah J. Maas [Maas, Sarah J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-03-17T00:00:00+00:00


—Esta puta idea es muy estúpida.

—Te encanta decir eso, Piernas.

Bryce miró las puertas de hierro de dos pisos de altura en el callejón trasero de la vieja Plaza. Tenían la superficie labrada con estrellas y planetas y toda suerte de objetos celestiales.

—Ya nadie viene con los místicos por una razón.

Demonios, ella lo había sugerido cuando trabajaban en el caso de Danika en la primavera, pero Hunt la había convencido de no hacerlo.

Los místicos son una cosa oscura y jodida, le había dicho.

Bryce miró con irritación a Tharion e Ithan, quienes estaban parados detrás de ella en el callejón.

—Lo digo en serio. Lo que está tras esas puertas no es para los cobardes. Jesiba conoce a este tipo pero ni siquiera ella se mete con él.

Ithan dijo:

—No puedo pensar en otra alternativa. El Oráculo sólo ve el futuro, no el presente. Necesito saber qué está pasando con Connor.

Tharion habló lentamente.

—Si no tienes el estómago para soportarlo, Piernas, espéranos aquí en la esquina.

Ella suspiró por la nariz e intentó otra vez.

—Sólo la escoria consulta a los místicos actualmente.

Ya habían tenido esta conversación dos veces de camino acá. Ella probablemente iba a perder esta ronda también, pero valía la pena intentarlo. Si Hunt hubiera estado con ella, habría dejado clara su posición con ese estilo de alfadejo tan de él. Pero no le había contestado el teléfono.

Probablemente le reclamaría por venir aquí sin él.

Bryce suspiró hacia el cielo ardiente.

—Está bien. Hagámoslo de una vez.

—Así se habla, Piernas —dijo Tharion y le dio una palmada en la espalda.

Ithan vio las puertas y su expresión se tornó preocupada.

Bryce estiró la mano hacia el timbre de la puerta, una luna creciente que colgaba de una delicada cadena de hierro. Tiró de ella una vez, dos. Se escuchó el eco de un timbrazo desentonado.

—Esto es una verdadera mala idea —volvió a murmurar.

—Sí, sí —dijo Ithan e inclinó la cabeza hacia atrás para estudiar el edificio. El tatuaje de la jauría de Amelie se veía muy oscuro bajo el sol. Bryce se preguntó si él desearía poder arrancarse la carne y empezar de cero.

Bryce dejó a un lado las preguntas cuando uno de los planetas tallados en la puerta, el gigante de cinco anillos que era Thurr, se abrió para revelar un ojo gris claro al otro lado.

—¿Tienen una cita?

Tharion levantó su insignia de UICA.

—La Corte Azul requiere de su ayuda.

—¿Ah, sí? —una risa ronca se escuchó y el ojo, muy agudo a pesar de las arrugas que lo rodeaban, se fijó en el mer. Se cerró un poco con diversión o placer⁠—. Uno de los habitantes del río. Qué delicia, qué delicia.

El planeta se cerró de golpe y Tharion avanzó hacia el escalón de la entrada cuando las puertas se abrieron una rendija. Salió aire frío junto con el olor a sal y la humedad asfixiante del moho.

Ithan siguió a Bryce y maldijo en voz baja ante el olor. Ella volteó y le lanzó una mirada recriminatoria. Él hizo una mueca y avanzó detrás de ella con gracia de jugador de solbol y entraron al espacio cavernoso tras la puerta.



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